domingo, 10 de enero de 2010

Cuando la vida te golpea

Cuando la vida te golpea, cuando te da sorpresas que no esperabas,
Ante esta disyuntiva se te abren dos caminos: la desesperación, el temor y la angustia; o la confianza plena en Dios.

Yo escojo la confianza.

Me hace pensar en estas palabras Papa Pablo VI:

“Y luego, finalmente, un acto de buena voluntad: no mirar más hacia atràs, sino cumplir con gusto, sencillamente, humildemente, con fortaleza, como voluntad tuya, el deber que deriba de las circunstancias en que me encuentro.

Hacer pronto. Hacer todo. Hacer bien. Hacer gozosamente, lo que ahora Tú quieres de mí...”.

Siento que Dios camina con su mano levantada. En la palma me tiene a mí y también tú estás allí.

Nos tiene a todos, sus hijos. Y nos cuida amorosamente.

Por eso hemos dejado de andar.

Ahora Dios nos lleva, donde quiera llevarnos, y nos deja, donde desee dejarnos.

Nos hemos abandonado en su voluntad, que es perfecta y siempre es lo mejor.

He optado por confiar.

Confiar en su gracia.

Confiar en su amor infinito y tierno.

También he pasado horas de intimidad con el buen Dios, en medio de la oración. Sobre todo con ésta de santa Teresa y experimento la fuerza de sus palabras y la paz interior que provoca la cercanía de Dios.

Nada te turbe,


nada te espante,


todo se pasa,


Dios no se muda,


la paciencia


todo lo alcanza,


quien a Dios tiene


Nada le falta.


Sólo Dios basta.
 
EXTRAIDO DE CATHOLIC.NET

y si me permiten agregar para cuando piensas que no podrás seguir:

"Sigue, aunque tus fuerzas no te den,

al final verás una hermosa luz,
al rostro de Jesús, que viene con una
corona para ti, por seguir. "

2 comentarios:

  1. Como dice la frase DIOS NO CIERRA UNA PUERTA SIN ABRIR OTRA.

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  2. Perder el trabajo, perder a alguien amado, son cosas que golpean de verdad en la vida y estas palabras ayudan de verdad.

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PADRE MONTI

Corría el siglo XIX y el agnosticismo cundía entre las gentes. Fue entonces cuando el Espíritu Santo inspiró a varios hombres y mujeres excepcionales, enriquecidos con el carisma de la “asistencia” y de la “acogida”, para que el amor al prójimo convenciese al hombre escéptico y positivista a creer en Dios-amor.
El Padre Luigi Monti, beato de la caridad, pasó a engrosar las filas de fieles sumidos en el Espíritu Santo. Dio fe del amor al prójimo bajo la insignia de la Inmaculada: la Mujer que nó conoció el pecado, símbolo de la liberación de todos los males.
Luigi Monti, religioso laico, a quien sus discípulos veneraban llamándole “padre” debido a su irrebatible paternidad espiritual, nació en Bovisio, el 24 de julio de 1825, el octavo de una familia con once hijos. Huérfano de padre a los 12 años, se hizo carpintero para ayudar a su madre y a sus hermanos pequeños. Joven apasionado, reunió en su taller a muchos artesanos de su edad así como a campesinos para dar vida a un oratorio vespertino. El grupo se denominó la Compañía del
Sagrado Corazón de Jesús, pero el pueblo de Bovisio no tardó en apodarlo “La Compañía de los Hermanos”.
Dicha compañía se caracterizaba por la austeridad de vida, la dedicación al enfermo y al pobre, por el tesón para evangelizar a los que se hallaban alejados del camino. Luigi capitaneaba el grupo. En 1846, a los 21 años de edad, se consagró a Dios y emitió votos de castidad y obediencia en manos de su padre espiritual. Fue un fiel laico consagrado a la Iglesia de Dios, sin convento y sin hábito.


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